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Desarrollado un nuevo método mínimamente invasivo para controlar la exposición a compuestos de mercurio

Este sistema permite la preparación de muestras por parte de cada persona de forma sencilla y su análisis rápido y directo en el laboratorio

El grupo de investigación MARTE del I3A, coordinado por el profesor Martín Resano, publica estos resultados en la revista Journal of Analytical Atomic Spectrometry

(Zaragoza, miércoles, 10 de junio de 2020). Investigadores del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A), dirigidos por el catedrático Martín Resano, han propuesto recientemente un método para determinar el contenido de mercurio en sangre, que permite la preparación de muestras por parte de cada persona de forma sencilla así como su análisis rápido y directo en el laboratorio.
 
“Con este sistema, se evitaría recurrir a un proceso de venopunción, es decir, no resultaría preciso acudir a un Hospital o laboratorio y someterse a un proceso de extracción de sangre”, explica Martín Resano, investigador principal del grupo Métodos Rápidos de Análisis con Técnicas Espectroscópicas (MARTE).  En su lugar, basta con realizar una punción con una lanceta y depositar unas gotas de sangre en un pequeño dispositivo que luego se seca dando lugar a un dried blood spot (DBS), similar a los que se emplean con los recién nacidos en el screening neonatal.  
 
Dicho DBS puede ser enviado al laboratorio por correo, donde también se ha desarrollado un método para su análisis directo minimizando así cualquier tipo de residuo. Al mismo tiempo, es posible realizar medidas similares empleando orina en lugar de sangre, según se desprende de los resultados que han sido publicados recientemente en la revista Journal of Analytical Atomic Spectrometry, editada por la Royal Society of Chemistry (https://doi.org/10.1039/C9JA00348G).
 
Hoy en día, el desarrollo de métodos analíticos para el control de los niveles de mercurio en poblaciones de riesgo de una forma más sencilla y cómoda cobra especial importancia ante la aparición de informaciones sobre la contaminación de los llamados metales pesados (cadmio, mercurio, plomo, etc.) a la que están expuestos los alimentos y, por ende, los consumidores. Quizá el caso más paradigmático sea el del mercurio.
 
Los compuestos de mercurio han sido utilizados para múltiples usos a lo largo de la Historia, incluso como medicamentos. No obstante, hoy en día está bien establecida su toxicidad, y particularmente la de alguna de las formas químicas en las que puede encontrarse este elemento, como el metilmercurio.
 
La exposición a mercurio puede producirse por diversas razones, ya que es un elemento que se ha utilizado en diversas industrias y que puede estar presente en el medioambiente. Pero, al margen de esta contaminación, que puede ser importante en algunas áreas, o de los riesgos de exposición laboral propios de ciertas industrias, uno de los aspectos que más afecta nuestros niveles de mercurio es la dieta. Efectivamente, los peces también están expuestos al mercurio y, al ser un elemento sin un rol biológico y difícil de eliminar, este nivel de mercurio se va incrementando a medida que se asciende en la cadena trófica. Es decir, los peces más grandes se alimentan de peces más pequeños y acumulan todo el mercurio que estos contenían.
 
Es por ello que se ha descrito en la literatura que existe una clara relación entre la frecuencia de consumo de pescado y los niveles de mercurio encontrados en la población. Además, el mercurio en pescado suele estar presente como metilmercurio que, como se ha indicado anteriormente, es una forma particularmente tóxica del elemento.
 
La solución a este problema no pasa por dejar de consumir pescado, un alimento especialmente importante en España, que es fundamental en una dieta equilibrada y aporta muchos beneficios, sino más bien por limitar el consumo de algunas especies particularmente ricas en mercurio, sobre todo en el caso de población de riesgo, como pueden ser embarazadas, mujeres en edad fértil o niños.
 
El proyecto europeo DBS está coordinado por la Universidad de Zaragoza y en el que participan además el Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón, que da cobertura a varios investigadores del Hospital Universitario Miguel Servet y el Centre National de la Recherche Scientifique en Pau (Francia), como socios, así como el Centro Universitario de la Defensa en Zaragoza y el Centre Hospitalier Universitaire d'Angers, como entidades asociadas. En este trabajo en concreto también han colaborado Marcia A.M.S. da Veiga, de la Universidad de São Paulo, y Julio Cruces, de Rafer S.L.
 
El proyecto ha sido cofinanciado al 65% por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) a través del Programa Interreg V-A España-Francia-Andorra (POCTEFA 2014-2020). El objetivo del POCTEFA es reforzar la integración económica y social de la zona fronteriza España-Francia-Andorra. Su ayuda se concentra en el desarrollo de actividades económicas, sociales y medioambientales transfronterizas a través de estrategias conjuntas a favor del desarrollo territorial sostenible.
 
De estos y todos los resultados obtenidos se puede obtener información adicional vía web (dbs.unizar.es), twitter (@DBSPOCTEFA) o Facebook
 
 
Se adjuntan fotografías de la preparación de un DBS a partir de un pinchazo en el dedo así como del investigador Martín Resano en su laboratorio.