Un océano Ártico más dulce y océanos peor conectados: así era el mundo marino al final del Cretácico
Un estudio internacional, con la participación de los investigadores José Antonio Arz e Ignacio Arenillas (IUCA-Unizar), analiza en Nature Communications la salud de los océanos de hace 66 millones de años

(Zaragoza/Vizcaya, martes, 9 de septiembre de 2025). Un equipo internacional de investigadores, con participación de micropaleontólogos de la Universidad de Zaragoza y la Universidad del País Vasco (EHU), demuestra en Nature Communications que en los últimos millones de años del Cretácico se produjo la reorganización de los continentes que modificó los patrones de salinidad, de temperatura y la interconexión oceánica. Los científicos advierten que este escenario guarda ciertos paralelismos con la situación actual, en el que la descarga de agua dulce proveniente esta vez del deshielo acelerado del casquete polar groenlandés y del Ártico provoca dudas sobre la estabilidad de la corriente del Atlántico Norte, clave para el clima europeo.
El estudio, liderado por la geóloga polaca Wiesława Radmacher y en el que ha participado los micropaleontólogos José Antonio Arz e Ignacio Arenillas (Universidad de Zaragoza) y Vicente Gilabert (EHU), muestra que a finales del Cretácico el Ártico comenzó a recibir grandes descargas de agua dulce procedente de los ríos. Al mismo tiempo, el cierre progresivo del paso marino centroamericano debilitaba la conexión entre el Atlántico y el Pacífico, mientras que el océano Ártico solo se comunicaba con el resto de los océanos a través del estrecho Groenlandia–Noruega.
“Este cóctel geográfico alteró la circulación oceánica global y provocó que aguas menos salinas flotaran sobre masas de agua más densas dificultando la mezcla al tratarse de capas con diferentes densidades, un fenómeno conocido como estratificación vertical de los océanos. El proceso fue especialmente intenso en el Ártico (fuente de estas aguas más dulces), en el Atlántico Norte y en el antiguo océano del Tetis, lo que hoy corresponde al Mediterráneo”, explica Vicente Gilabert, del Departamento de Geología de la Universidad del País Vasco y coautor del estudio junto a José Antonio Arz e Ignacio Arenillas, del Departamento de Ciencias de la Tierra, e investigadores del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA) de la Universidad de Zaragoza.
La salinidad y la temperatura del mar son factores decisivos para la vida marina: determinan la abundancia de fitoplancton y zooplancton, base de toda la cadena alimentaria, y regulan el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono entre el océano y la atmósfera. Según el estudio, de no haberse producido el impacto del asteroide Chicxulub hace 66 millones de años en la península de Yucatán (México), que provocó un cambio climático extremo y el evento de extinción masiva que acabó con los dinosaurios, esta deriva hacia una mayor estratificación vertical podría haber desembocado en una grave crisis ambiental por falta de oxígeno en las aguas profundas de los océanos.
Advertencia para el futuro
“Aún con sus evidentes diferencias, los océanos del final del Cretácico estaban mostrando signos de vulnerabilidad análogos a los que hoy detectamos en mares y océanos actuales”, advierte Vicente Gilabert.
El equipo internacional ha combinado avanzados modelos climáticos como el sistema COSMOS, que acopla atmósfera y océano, con análisis micropaleontológicos y geoquímicos. Para ello estudiaron microfósiles marinos de foraminíferos planctónicos (protozoos del zooplancton) y de dinoflagelados (algas del fitoplancton) procedentes de secciones estratigráficas y perforaciones de pozos en Groenlandia, Noruega, el mar de Barents, el Atlántico, Mediterráneo y el mar del Caribe.
Estas huellas microscópicas han permitido reconstruir con precisión las variaciones de salinidad, temperatura y oxigenación de los mares del Maastrichtiense, la última etapa del período Cretácico. Se extendió aproximadamente entre 72 y 66 millones de años atrás. “La comparación de los resultados micropaleontológicos y geoquímicos con los modelos informáticos ha servido para descartar simulaciones irreales y seleccionar los escenarios más fiables sobre cómo era la dinámica oceánica durante el Maastrichtiense”, revela José Antonio Arz.
“Este hallazgo nos acerca a comprender mejor cómo era nuestro planeta en un momento tan excepcional como el previo a la quinta gran extinción”, subraya Ignacio Arenillas. En resumen, el trabajo no solo ilumina un episodio clave de la historia de la Tierra, sino que también proyecta una advertencia hacia el futuro. “En la actualidad, el deshielo acelerado de Groenlandia y del Ártico y el aumento de descargas de agua dulce en el Atlántico son objeto de intenso escrutinio científico, pues podrían alterar la corriente de retorno del Atlántico Norte, que regula el clima europeo y el equilibrio térmico del planeta”, anuncian.
Referencia Bibliográfica:
Ocean freshening near the end of the Mesozoic
Wiesława Radmacher, Igor Niezgodzki, Vicente Gilabert, Gregor Knorr, David M. Buchs, José A. Arz, Ignacio Arenillas, Martin A. Pearce, Jarosław Tyszka, Mateusz ikołajczak, Osmín J. Vásquez, Sarit Ashckenazi-Polivoda, Sigal Abramovich, Mariusz Niechwedowicz & Gunn Mangerud
Nature Communications volume 16, Article number: 7238 (2025)
Imágenes:
Pie de imagen 3: De izquierda a derecha: Vicente Gilabert (UPV/EHU), José Antonio Arz e Ignacio Arenillas (UNIZAR-IUCA) en el Geoparque mundial UNESCO de la Costa Vasca.
Pie de imagen 1: Escenarios paleogeográficos considerados en este trabajo y su influencia sobre el perfil vertical del océano.
Pie de imagen 2: Fotografía de microscopio electrónico de barrido de conchas de foraminíferos planctónicos de finales del periodo Cretácico.