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Un equipo científico internacional propone nuevas medidas para garantizar la seguridad de los materiales de envasado de alimentos

Un artículo recientemente publicado advierte de que las pruebas actuales son insuficientes y piden más evaluaciones para que esos materiales estén libres de productos químicos peligrosos y no probados La catedrática de la Universidad de Zaragoza, Cristina Nerín, investigadora del I3A, forma parte de este panel de expertos que basa sus propuestas en seis grupos de enfermedades

(Zaragoza, lunes, 9 de octubre de 2023). Los materiales y artículos para contacto con alimentos están tan extendidos e integrados en nuestra vida diaria que resulta difícil prescindir de ellos. Todos contienen sustancias químicas que pueden transferirse (migrar) a los alimentos que consumimos y afectar a nuestra salud. Además, contienen sustancias no añadidas intencionadamente a los materiales durante el proceso de fabricación, pero que están presentes en ellos debido a procesos de degradación durante la manufactura, impurezas o contaminantes.
 
Un equipo internacional de más de 20 científicos y científicas expertos en química y materiales para envases alimentarios proponen un nuevo enfoque para probar todas las sustancias químicas que migran desde los envases a los productos alimenticios y determinar si afectan a enfermedades altamente prevalentes en la sociedad actual. El objetivo de este equipo investigador es trabajar para que los materiales en contacto con alimentos estén libres de productos químicos peligrosos y no probados.
 
El artículo de investigación, revisado por pares, ha sido publicado en la revista Environment International. Los autores proponen cómo mejorar las pruebas de las sustancias químicas que se transfieren desde los envases a los productos que se consumen puede garantizar la seguridad. El equipo científico está dirigido por Jane Mucke, directora del Food Packaging Forum (FPF) y en él participa también Cristina Nerín, catedrática de la Universidad de Zaragoza y responsable del Grupo Universitario de Química Analítica (GUIA) del I3A (Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón).
 
La investigadora recuerda que para proteger a los consumidores “existe legislación de obligado cumplimiento, que establece las sustancias permitidas y los límites de migración a los alimentos. Estos límites se fijan a partir de estudios de toxicidad realizados de forma individual para cada sustancia y sólo se estudia la genotoxicidad (daño al ADN), mientras que otros efectos, como la toxicidad para la reproducción (reprotoxicidad), el sistema nervioso o el metabolismo de azúcares y grasas no se consideran”.
 
Cuando un alimento o bebida está en contacto con un material, sobre todo plásticos, migran un conjunto de sustancias, “de forma que lo que ingerimos con la dieta es una mezcla de sustancias químicas con un potencial de causar un daño”, explica Cristina Nerín.
 
El equipo de investigación que firma el artículo destaca que las evaluaciones de seguridad actuales se centran, principalmente, en las sustancias utilizadas en la fabricación de artículos en contacto con alimentos, pero pasa por alto los compuestos que surgen durante la producción. Como resultado, muchas sustancias químicas en los envases de alimentos y utensilios de cocina siguen sin probarse, especialmente, las interacciones con sustancias añadidas de forma no intencional, a pesar de que estas sustancias químicas son relevantes para la exposición humana.
 
La publicación resalta este hecho y propone ensayar el efecto de mezclas de sustancias químicas procedentes de la migración de los materiales para contacto con alimentos y extender los estudios de toxicidad a múltiples dianas del cuerpo humano asociadas a seis grupos de enfermedades de alta prevalencia en todo el mundo.  
                 
La publicación recoge además una amplia lista de estudios realizados con sustancias químicas procedentes de materiales en contacto con alimentos y las enfermedades asociadas a su exposición: distintos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, problemas relacionados con el neuro desarrollo, diabetes, obesidad o infertilidad.
 
El grupo científico pide que la investigación se centre en desarrollar ensayos “in vitro” sensibles, robustos y relevantes, o bien en establecer las características esenciales de las sustancias tóxicas. “Con ello se mejorará la prevención de enfermedades de alta prevalencia cuyo origen es debido, en parte, a la exposición a sustancias químicas a través de la dieta”, subraya la doctora Nerín.
 
Esta investigación respalda las políticas químicas globales, incluida la Estrategia Química para la Sostenibilidad y la Estrategia de la Granja a la Mesa de la Unión Europea y las iniciativas de la FDA de EEUU para fortalecer las revisiones posteriores a la comercialización. Los hallazgos ofrecen medidas para mejorar la protección de la salud pública con pruebas más específicas de envases de alimentos y otros artículos en contacto con alimentos.
 
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