Bienvenido a
esta asignatura, dedicada al conocimiento del Estado “por dentro”, de todos los resortes del poder público, de su
organización y funcionamiento. Aprender Derecho administrativo exige una predisposición intelectual, mucha disciplina
y bastante esfuerzo. Deberás asistir
regularmente a clase y concentrarte en las explicaciones, interesarte
por los temas y las cuestiones tratadas en el programa. Para completar y
afianzar los conocimientos, tendrás que trabajar
de modo paciente y constante a lo largo
de todo el cuatrimestre. Deberás leer
textos léxica y sintácticamente complejos (artículos de leyes, manual), y estar
atento a la actualidad mediática para
entender la proyección de esta rama del Derecho en la vida cotidiana. Casi no necesitarás
memorizar detalles (sí conceptos y su descripción). La preparación de exámenes
y un tanto de aprendizaje memorístico de los contenidos del temario es… solo
una (otra) interesante excusa, un medio para alcanzar un fin. Un universitario que
se precie estudia para aprender pero, sobre todo, para aprender a aprender, no para superar un examen. El Derecho evoluciona y se recrea,
sufre cambios constantes y aun así, no logra
anticiparse a los conflictos que pretende prevenir y solucionar. El Derecho
administrativo exige al profesional
versatilidad y actualización permanente. El examen es cotidiano, constante
durante toda la vida profesional. Vale más adquirir
formación que información.
Intentaré presentarte
los contenidos del programa en el contexto de todo el
ordenamiento jurídico, el cual hemos fragmentado artificialmente en
compartimentos estancos para su enseñanza –aunque también para su aplicación,
ahí están los órdenes jurisdiccionales-. No
dictaré apuntes, porque para recoger la información organizada y detallada ya
están los libros. Los "apuntes" (propios, y si son ajenos,
reprocesados como propios) son un complemento importante pero no la única fuente de aprendizaje, ni
siquiera la principal. El universitario (sobre todo el jurista) tiene que estudiar
con un manual (el
libro de texto que retrata la parcela del Derecho que se estudia, sintetizada y
contextualizada) en la mano y, en la otra, los textos legales. Explicaré las
instituciones del Derecho administrativo exponiendo la ratio y el contexto las normas, ilustrando con referencias a la
problemática económica y social de las instituciones. Las clases servirán para adelantar,
simplificar y fijar el conocimiento de los conceptos, abrir cauces de
reflexión, resolver dudas e inquietudes, y enseñar con el ejemplo la retórica -una
técnica de trabajo propia del jurista-. En las prácticas no resolveremos casos
y problemas, sino que aprenderemos a abordarlos.
En 27 clases
magistrales y 14 sesiones de prácticas (aun de 2 horas cada una) NO se puede
abarcar todo el Derecho Administrativo General con garantías suficientes para
ejercer una profesión jurídica, cualquiera que sea. Por ello el
objetivo docente es introducirte en
el complejo mundo de las Administraciones públicas y su Derecho regulador,
ofrecerte claves para entender la información, y no tanto facilitarte
información detallada. Como todos los estudiantes no tienen los mismos
objetivos, es crucial que todos conozcamos y asumamos de antemano nuestras
aptitudes y limitaciones, y acordemos los parámetros mínimos –y máximos- de
exigencia. El mínimo no es contar en junio con una serie de efímeros
conocimientos rudimentarios e inconexos que permitan sacar un 5 (descontada la
largueza del profesor). El mínimo consiste en demostrar que se han comprendido aceptablemente las
instituciones y los conceptos esenciales de la asignatura, que se recuerdan las
líneas normativas generales que los encarnan, que se saben manejar las leyes
para tratar de resolver problemas, que se razona con coherencia y que se
expresa por escrito empleando adecuadamente terminología especializada. Por
encima de estos mínimos la calificación va mejorando, en función de aptitudes
tales como la creatividad, la capacidad crítica, e incluso el virtuosismo (que
también lo hay, como en cualquier actividad de la vida).
Conforme a la métrica
“Bolonia-EEES”, esta asignatura tiene una carga de 121 horas de
estudio/trabajo personal. Repartidas homogéneamente sobre las 15 semanas del
cuatrimestre, el saldo es de 8 horas de
estudio semanal. ¿Cómo emplearlas? Leyendo.
La lectura “de estudio” (comprensiva, reflexiva, analítica) tiene como objetivo
identificar, comprender y asimilar la información contenida en el texto, sus
ideas principales y subordinadas. Debe ser pausada, profunda y detenida, para
permitir analizar los tipos de párrafos -descriptivo, narrativo, explicativo y
argumentativo- y extraer las ideas y datos más importantes. Incluye el
subrayado, la glosa o anotación marginales, la composición de esquemas y resúmenes
y, ocasionalmente, la memorización de conceptos y, muy puntualmente, de datos. Conforme
a la métrica de la psicología cognitiva
más reciente, la lectura “de estudio” se realiza a razón de 10 páginas/hora: en
nuestro caso, deberías estudiar 80
páginas/semana. Pero el manual recomendado tiene 520 páginas, de modo que
se puede estudiar a razón de 35 páginas/semana, sobrando tiempo para leer otras 45 páginas o, lo que es lo mismo, más de 4 horas semanales leer otro tipo de
textos (fundamentalmente leyes, pero también extractos de jurisprudencia,
materiales divulgativos o de prensa, ocasionalmente extractos de doctrina…). En
esas 4 horas se puede leer más cantidad de texto porque, de vuelta a la
neurociencia, la lectura “de contexto” se realiza a una velocidad de 25
páginas/hora: es decir, en una semana se
podrían estudiar 35 páginas de manual y leer hasta 100 páginas de leyes,
sentencias y otros materiales “ligeros” (apuntes, noticias, páginas web…). Para
convertir páginas en palabras, si te resulta más expresivo (para los artículos de
las leyes, por ejemplo), utilizamos la ratio de 500 palabras/página. Estos cálculos
admiten muchos matices, en función de los factores que influyen sobre la
velocidad y la comprensión lectora: conocimientos previos sobre el tema del
texto (lo cual sugiere la conveniencia de asistir a clase), capacidad de
concentración, amplitud del vocabulario visual… pero revelan que el esfuerzo previsto para la asignatura es
perfectamente asumible.
Finalmente,
otra indicación: aprovecha las
oportunidades, carpe diem. La
Universidad ofrece muchas cosas a precios irrisorios: valiosos recursos
docentes y bibliográficos, instalaciones dedicadas al estudio, profesores
cualificados disponibles durante todo el curso (y no sólo en sus últimas semanas)… quien no se sirva de este menú contribuye a la
imagen –falsa, pero verosímil- de una Universidad pública decadente. La calidad
y excelencia de la enseñanza universitaria está en manos de sus profesores, pero
también y, sobre todo, en las tuyas.