21/6/2016

INVESTIGACIÓN Y TRANSFERENCIA

INVESTIGACIÓN

Las excavaciones en la cueva oscense de la Fuente del Trucho buscan restos arqueológicos de más de 31.000 años de antigüedad

Un equipo de arqueólogos, liderado por la catedrática de Prehistoria e investigadora del IUCA, Pilar Utrilla, reanuda mañana los trabajos en este yacimiento del Paleolítico Superior

Participan también dos prestigiosos investigadores de Southampton y Leipzig, que ya dataron con la técnica del Uranio/Thorio los restos encontrados
Un equipo de arqueólogos, liderados por la catedrática de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza y responsable del Grupo de Investigación “Primeros Pobladores del Valle del Ebro” del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales (IUCA), Pilar Utrilla, tiene previsto reanudar mañana miércoles las excavaciones en la cueva oscense de la Fuente del Trucho, en donde las pinturas rupestres halladas datan de 31.000 años de antigüedad.
 
Los trabajos, en los que participarán también los dos prestigiosos investigadores de Southampton y Leipzig, que gracias a su técnica del Uranio/Thorio, se lograron datar las numerosas pinturas halladas en las paredes de la cueva, se proponen excavar el nivel que corresponde al auriñaciense con el objetivo de encontrar restos todavía más antiguos que los hallados hasta ahora.
 
La importancia de las pinturas halladas en la cueva de la Fuente del Trucho, situada en el término de Colungo (Huesca), es incalculable. Es una de las cuevas más antiguas del Paleolítico en España, solo superada por algunos testimonios encontrados en las cuevas del Castillo y Altamira. Hay un dato importante: los bisontes de Altamira, emblema del arte rupestre en España, tienen 14.400 años de antigüedad. Los caballos encontrados en la Fuente del Trucho les doblan la edad: 29.000.
 
Su descubrimiento rompió con la teoría de que las manifestaciones rupestres paleolíticas en la Península Ibérica se produjeran tan sólo en la cornisa cantábrica. En su exterior además se registran digitaciones atribuidas al estilo rupestre Esquemático por lo que se considera un conjunto único y excepcional. Alberga un centenar de figuras representadas en las paredes del fondo y el techo. Con técnica de perfilado lineal y en color rojos se pintaron diez figuras y cabezas de caballos, casi cincuenta manos en negativo, puntos seriados y astros. También aparecen signos trilobulados que el profesor Beltrán interpretaba como vulvas pero que podrían tener otras interpretaciones. En color negro se diferencian manos y manchas diversas.
 
La cueva tiene una gran boca de 22 metros de ancho orientada al Sureste, que da acceso a una amplia sala de 24 metros de profundidad dividida en dos lóbulos disimétricos. El menor de ellos posee una cúpula esférica y una ventana oval que permite la entrada del sol directo el cual ilumina por la mañana los grabados representados sobre una pared oblicua. El segundo lóbulo, de mayor tamaño, presenta sus paredes y techo cubiertos con pinturas rojas, salvo tres manos negativas en negro, en un ambiente de semi penumbra. Estas pinturas fueron descubiertas en 1978 por un equipo del Museo de Huesca y de la Universidad de Zaragoza dirigido por Vicente Baldellou dentro del plan de prospecciones de arte rupestre en el río Vero. En los años ochenta, se publicaron los primeros avances relativos al estudio del arte parietal y también los resultados de las cinco campañas de excavación llevadas a cabo por Anna Mir sobre los niveles musterienses.
 
En 2013, hubo dos actuaciones técnicas in situ: por una parte, se procedió al escaneado en 3D de todo el techo de la cueva, lo que hizo posible obtener modelos tridimensionales a diferentes escalas así como ortofotografías rectificadas y nubes de puntos de alta densidad para las zonas más destacadas. Dado que las pinturas parietales fueron realizadas con ocre rojo (o manganeso para las manos) y no se pudo aplicar el sistema del Carbono 14 por no existir materia orgánica datable, se recurrió a la técnica del Uranio/Thorio llamando a los mejores especialistas del momento: Alistair Pike en la Universidad de Southampton y Dirk Hoffmann del Max Planck de Leipzig, quienes tomaron muestras de las costras que recubrían algunos motivos, sin afectar al pigmento. Esta técnica ha revelado que todo el arte rupestre de la cueva tiene entre 25.800 y 31.000 años de antigüedad.
 
 
 

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