A primera vista, el lenguaje humano constituye un enigma evolutivo, toda vez que las restantes especies carecen de un sistema de representación y comunicación equivalente. El análisis de capacidades relacionadas con el lenguaje presentes en otras especies y especialmente, el examen del registro fósil han llevado a interpretaciones muy diversas (y en demasiados casos, contradictorias) de la posible trayectoria evolutiva del lenguaje y en último término, de las capacidades lingüísticas de otros homínidos. En esta conferencia se defenderá que la falta de una respuesta concluyente al problema puede deberse, ante todo, a un tratamiento biológicamente inapropiado de éste, centrado tradicionalmente en los aspectos funcionales (esto es, en una concepción del lenguaje como una herramienta de comunicación) y en la asunción de un único modelo evolutivo (el descenso con modificación), y no tanto a la falta de suficientes indicios comparados y fósiles. Cuando se reformula, en cambio, el locus evolutivo (que deben ser las estructuras biológicas y sobre todo, los dispositivos de computación cerebral) y se consideran además otros mecanismos evolutivos (en particular, los procesos de reorganización fenotípica que se sustentan en el carácter modular de los sistemas biológicos), los indicios tradicionales se vuelven más informativos y sobre todo, surgen otros nuevos que permiten concluir que el lenguaje es una innovación de nuestra especie. Esta circunstancia no excluye, sin embargo, que los diversos componentes que lo integran posean una significativa continuidad evolutiva, con homólogos en otras especies.